Torchero Blackmore; Venecia, siglo XIX. Madera tallada policromada con corladura en diferentes colores. Escultura de madera conocida como Negro Veneciano, cuya disposición de una de sus manos sujeta o agarra la antorcha donde colocar una luz. Apoya sobre columna truncadas con paños drapeados policromados en oro y corleado en azul y rojo. Destacamos la riqueza y elegancia del vestuario de cuerpo entero con brocados y decoraciones en relieve, esgrafiados sobre oro; colores corleados en azul y rojo brillantes. Cabeza con turbante, coronada con diadema de plumas. Sobre el pecho y rodilla amplios collares de oro en relieve. Esta electrificado y falta un dedo.
Es evidente la influencia del neoclasicismo en estas esculturas, no sólo por el modelado de la talla, que demuestra un perfecto conocimiento de la anatomía clásica, sino también por la elegante pose que adopta la figura que destaca por una gran estilización y ornamentación de sus ropa. Este tipo de tema, o representación de personajes de carácter oriental, comenzó a desarrollarse en las corrientes estéticas de Venecia en el siglo XVII, alcanzando un gran éxito en los siglos posteriores. Llegó a dominar diferentes áreas de las artes decorativas, que fue iniciada por el ebanista y escultor Andrea Brustolon (1662 – 1732). Su mobiliario se caracterizó por la abundante presencia de escultura, a menudo incluso en redondo. Sus figuras más características eran figuras negras como la que aquí se presenta, ebonizadas y pintadas, que servían de soporte a grandes muebles, o aparecían exentas. Estas figuras fueron tan populares en toda Europa que se convirtieron en un elemento clave en el mobiliario barroco de lujo hasta bien entrado el siglo XVIII y, dentro del historicismo, durante el siglo XIX. Son piezas de excepcional calidad de talla, concebidas como obras de arte independientes. Estos negros seguían siendo una producción típica veneciana, por lo que ya en el siglo XIX se representaban. La iconografía es fruto del gusto por lo exótico que caracterizó al siglo XVIII, y que tuvo continuidad durante el siglo XIX a través del espíritu romántico, al que le gustaba reflexionar y fantasear sobre todo lo que era diferente y lejano, tanto en el tiempo como en el espacio. Esta pieza recrea el idealizado mundo veneciano del siglo XVIII, que simbolizó en el nuevo siglo industrial una elegancia y un lujo que nunca se pudo recuperar. Este tipo de piezas fueron trabajadas de manera minuciosa y exquisita, prestando tanta atención a la talla como a la policromía.