Lienzo cuadrado de gran tamaño de seda dorada decorada en colores vivos de hilo de seda bordados (rosas. verdes, blancos, lilas….) con grandes ramos de flores abiertas (peonias), capullos, hojas y ramas, rematado en todo su perímetro por flecos con trabajo de macramé en hilos de seda. Todo ello realizado a mano.
Destacamos de este mantón el tono dorado de fondo, discreto y difícil de ver entre los mantones, normalmente los fondos son negros o marfil; las grandes flores con bordado minucioso y los largos flecos con la cenefa de macramé; y por supuesto su buena conservación.
Prenda de origen chino que se hizo muy famosa en el siglo XVIII en España e Hispanoamérica como complemento del vestuario femenino; tomó sin embargo su nombre de la capital de Filipinas (Manila). Algunas fuentes fijan su origen durante la dinastía Tang China —año 600 d. C.—, hipótesis sustentada en el hecho de que fuesen los chinos los descubridores de la seda y los primeros en bordar con hilo de seda. La más antigua muestra de bordado chino se ha encontrado en una tumba de la dinastía Zhou —siglo vi a. C.—.
El mantón de Manila se realizaba en seda cosido con hilos también de seda. De forma cuadrada y gran tamaño, urdido en colores variados, siendo los más clásicos el negro y el marfil. La técnica más habitual era el bordado plano, con puntos de matiz chino, pasado plano y cordoncillo. La obra se cerraba con la colocación de los flecos o «flecado», modo o elemento heredado de los árabes, realizado también con hilo de seda y técnica de macramé. El flecado —un dibujo a base de nudos, formados manualmente— constituye una de las labores textiles más complejas y vistosas.
El mantón de Manila, se lleva sobre los hombros, doblado en sentido diagonal formando un triángulo y sus dimensiones varían ligeramente pero siempre deberán cubrir la espalda, alcanzando los extremos la punta de los dedos de cada mano con los brazos abiertos perpendicularmente al tronco. También suele llevarse anudado a un lado, a la altura de las caderas.
Para su almacenamiento, los mantones requieren un experto sistema de doblado, pero si se desconoce, pueden quedar colgados de una percha y cubiertos con una funda o, simplemente guardados en un cajón sin doblar (basta con dejados caer y cambiarlos de posición de vez en cuando). En caso de necesidad o para realzar el bordado, el mantón se puede planchar del revés con la plancha de vapor. También existen tubos acolchados de conservación donde el mantón queda enrollado entre dos telas de algodón de tamaño mayor, para evitar que el polvo acidifique la prenda.
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