Retrato miniatura Femenino realizado al gouache sobre vitela, de torso mirando a la derecha sobre fondo nuboso.
Se representa de forma elegante, de corte, vestida a la francesa con vestido en colores vivos y brillantes, con adornos bordados en hilos de oro, abierto bajo el pecho, marcando el busto, con escote pronunciado cuadrado y, gran encaje blanco de Chantilly o Bruselas; mangas muy amplias y vaporosos rematadas también en encaje blanco. Capa roja sobre los hombros recogida por cadena de eslabones, bordes bordados en hilos de oro. Peinado empolvado, recogido y elevado hacia arriba en ondas.
Contrasta la riqueza del vestido con la sobriedad que se la representa al carecer de todo tipo de joya, sin embargo el pintor capta su porte distinguido y elegante, cabeza alta de cuello largo y semblante seguro.
En el Siglo XVIII se puso de moda entre la aristocracia el vestido a la francesa, marcado por Versalles y Maria Antonieta.
Uso del corsé, que elevaba el busto, ajustaba el talle y estrechaba la cintura, se introducen telas suntuosas y lustrosas, como terciopelo, seda o el brocado, brillantes y coloridas; con líneas sueltas y vaporosas con amplios escotes que se consiguen a partir del corsé. El peinado evoluciona de las pelucas de moda en Luis XIII al Pouf, un estilo de peinado (tocado alto) muy conocido en la Francia del periodo Rococó que popularizado por la reina María Antonieta.
Los trajes, tanto de damas como de caballeros, solían adornarse con encajes, preferentemente de Chantilly o Bruselas
Para abrigarse se cubrían con capas o capotillos, cuyos materiales variaban según la estación del año,