Oleo sobre lienzo de San Antonio de Padua con el Niño. Se representa a San Antonio en el momento en que se le aparece el Niño entre nubes apoyado sobre el libro y un cojín, con ángeles celestiales; San Antonio vestido de franciscano en actitud de besarle la mano con adoración; las azucenas como símbolo de pureza.

El autor utiliza todo los símbolos iconográficos de S. Antonio: Niño, libro, azucenas; pero en una representación original y naturalista lejos de la típica figura frontal con el niño en brazos sobre el libro y en la otra mano vara de azucenas.

Se trata de una obra de finales del Barroco Italiano con figuras reales-naturales, con una estética delicada, elegante y algo idealizada, con dibujo claro donde predomina la línea recta y volúmenes contenidos, la paleta utilizada no es muy amplía de color, se mueve en los claro-oscuros, no tan intensos como Caravaggio, para destacar la figura del niño iluminada, lo que hace pensar en la escuela boloñesa. Todavía no se ve el colorido del nuevo estilo Neoclasicismo. Los rostros dulces, redondeados con mentón marcado, ojos profundos y cabellos ondulados recuerdan a algún autor próximo a las obras de Ubaldo Gandolfi.